MOHAMED ASEMPI (Parte 2)
Quizá pasaron unos seis años desde aquel incidente. Estaba haciendo las prácticas de policía en Alicante cuando volví a saber de la existencia de Asempi y de su afamada carrera como delincuente. (El de las greñas de aspecto peculiar con la mella en la oreja).
Éste pasó a ser el delincuente “Top one” en Alicante durante algún tiempo, haciendo eco de esto la prensa local como el chorizo de reconocida fama que era. Del otro árabe que lo acompañaba aquel día en el incidente del Barrio, no se supo nada más.
Corría el rumor en Comisaría de que Asempí apareció medio muerto en un solar abandonado en Villajoyosa, con varias puñaladas en el torso. Y no era de sorprender dada su forma de vivir.
Posiblemente algún ajuste de cuentas etc. Además, era consumidor de todo tipo de drogas. De origen argelino, al que el cónsul de su país decidió que era más útil en España que en su querida Argelia, no reconociéndole a este personaje su nacionalidad.
Después de detenerlo en multitud de ocasiones y olvidando el tiempo pasado sobre el altercado del Barrio, quise entender que ese era simplemente su papel en la vida. Ser un pobre desgraciado.
Hasta que una noche, recibimos una llamada de la central del 091 “H-10” comunicando, en un contexto de urgencia, que en la calle Médico Manero Molla, zona céntrica de Alicante donde desarrollaba mi servicio, había un joven tendido en el suelo con una herida de arma blanca.
El compañero y yo nos personamos en el lugar de inmediato, pero al llegar al sitio ya se encontraba otro radiopatrulla, y lo primero que nos dijeron los compañeros fue: – “Tranquilos, no hay tanta urgencia, es el cabrón este, ya hemos solicitado una ambulancia…”
En efecto, se trataba de Asempi, tenía una herida punzante en el costado, fruto de una puñalada, por la que sangraba.
En aquel entonces yo tenía preparado en la mochila un botiquín bastante completo. Empecé a sacar las gasas compresivas y a ponerme los guantes, cuando escuché la voz de un compañero que decía:
̶¡Oye!, ¿No es mejor esperar a la ambulancia, que ya no debe tardar?
(Debían estar muy hartos de semejante elemento).
Fue entonces cuando me surgió un pequeño conflicto interno. Era cierto que este delincuente había dejado numerosas víctimas, desde robos con violencia, heridos, amenazas, y todo tipo de maldades que no se pueden describir aquí por falta de espacio. Que, además, por su carácter conflictivo habría sacado de quicio a más de un compañero, y en numerosas ocasiones habíamos tenido que correr detrás de él para detenerlo.
Pero, teniendo los medios para hacerlo, no podía dejar sangrando a nadie, por muy criminal que fuese, y desde luego éste lo era. Así que después de ponerme los guantes, hice presión en la herida hasta la llegada de la ambulancia. Mientras tanto, este delincuente cogió fuerzas de donde pudo y con una mirada y un tono de voz amenazante le dijo a un compañero de los que solicitaron la ambulancia: -¡¡ahhh, de tu cara me acuerdo!!
Al parecer el compañero al que se refería, hizo algún comentario despectivo, quizá justificado y con motivos de sobra.
Y, aquí la paradoja. Al parecer, el afamado chorizo también se acordaba de mí:
Algún tiempo después, una mañana de servicio, fui a comprar una botella de agua a una pequeña tienda céntrica. Cuando fui a pagarla, el empleado de caja me dijo que ya estaba pagada, señalando en una dirección en la que se encontraba Asempi a cierta distancia.
Éste se acercó y me dijo llevando su mano derecha al pecho, en el acento y con las palabras que suelen utilizar los árabes: -“jefe, gracias por lo de la otra vez, eso tampoco lo voy a olvidar, gracias de verdad”. No quise aceptar que me pagase la botella de agua, pero no hubo forma.
Es curioso, no solo se acordaría de mí y del compañero que hizo el comentario despectivo más justificado del mundo, sino que además en las sucesivas intervenciones en las que yo participaba en su detención, éste no rechistaba lo más mínimo, no salía corriendo como en otras ocasiones y acedía a subir en la perrera* con total naturalidad.
Incluso durante alguna pequeña conversación que tuve con él, daba la impresión de que era capaz de razonar correctamente, (bueno, dentro de lo que cabe…).
Hace algunos años que Mohamed Asempi ya no está en el reino de los vivos.
En conclusión, después de trabajar tanto en el mundo del ocio nocturno como en la policía. Después de tratar a lo largo de la vida con todo tipo de personas, llego a la conclusión de que cada uno, además de tener sus circunstancias, es “hijo de su padre y de su madre”, desde luego.
Uno se da cuenta de que existen individuos que no tienen la más mínima empatía, que desprecian totalmente a las personas. Que no tienen ningún reparo o remordimiento en herir de cualquier forma a sus semejantes… En otras palabras: que no tienen alma.
Pero por difícil que me resulte reconocerlo, este no era el caso de Mohamed Asempi. Quizá fue sólo un delincuente habitual al que las circunstancias le abocaron a llevar esa miserable forma de vida. A pesar de esto, en el fondo, muy en el fondo, parecía tener su alma.
*En nuestra jerga, perrera es la parte trasera del vehículo policial habilitado para llevar detenidos.
**El tajo en diagonal del pantalón fue reparado, con mucho arte, por mi madre. ¡Quedó chulísimo! Podía haber sacado una moda. Quién sabe…
Un delincuente con 120 arrestos no puede ser expulsado porque su país no lo reconoce
22.11.2005 | 01:00
Ramón Ferrando, Alicante
El Cuerpo Nacional de Policía no puede expulsar a un delincuente que acumula más de 120 detenciones en Alicante porque su supuesto país de origen no lo reconoce. El acusado presuntamente nació en Argelia, pero carece de documentación y el país magrebí no está dispuesto asumir su repatriación. La fiscalía ha pedido a la policía que aclare por qué no expulsa al delincuente. La Unidad Contra las Redes de Inmigración y Financiación -UCRIF- ha informado al fiscal de que no puede ejecutar su expulsión porque «no se ha acreditado su país de procedencia».
Un gran número de inmigrantes de origen magrebí que son detenidos por supuestamente cometer un delito se identifican en el juzgado como ciudadanos palestinos, iraquíes o tunecinos para evitar ser expulsados. La policía -mientras no logre demostrar su procedencia- no puede hacer nada para ejecutar su repatriación porque España carece de tratados bilaterales con Palestina, Irak y Túnez. El caso de Mohamed Asempi, alias Ketrón, es para los agentes el más conflictivo porque se ha consolidado como el delincuente con más detenciones en la ciudad.
Foto de M. Asempi
(VER 1ª PARTE, dejo enlace aquí)