EL ESCULTOR

ANTONIO OLIVER (Parte 3 de 3)

Una preciosa historia a la inversa sobre el curioso hallazgo de una talla en piedra. Descubriendo su origen en una aventura cargada de emociones y casualidades.

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Dentro del coche de alquiler, mi hermano terminó la conversación con la recepcionista del geriátrico, diciendo que íbamos inmediatamente hacia allá; y yo que lo estaba escuchando todo, no me lo creía…(¿Habríamos saltado todos los intermediarios y seriamos capaces de hablar directamente con el escultor?!).

En este punto nos surgían unas cuantas dudas: ¿será éste el escultor que buscamos?(el apellido Oliver es muy común en la isla), ¿estará en condiciones para hablar de su supuesta escultura?, …y si todo va bien; ¿nos firmará el certificado de origen? Estaba ansioso por saberlo.

Nos dirigimos sin perder un segundo al hotel donde teníamos nuestro equipaje, situado en Palmanova, allí teníamos la documentación para ser firmada y unas doce fotografías en alta resolución, de tamaño grande y de diferentes ángulos de la talla. Todo esto según los consejos del marchante de arte.

(Alguien se puede preguntar por qué no trajimos con nosotros el busto; pues bien: el pedrusco me llega aproximadamente por las rodillas y pesa más de ochenta kilos, resultando muy costoso el transporte en avión).

De esta forma, cogimos la carpeta que contenía la documentación y nos fuimos inmediatamente al geriátrico con una mezcla entre incertidumbre y alegría.

Llegamos al recibidor de la residencia para mayores y la recepcionista avisó a una compañera suya a la que seguimos hasta la habitación del supuesto artista. Allí, al lado de la puerta se podía ver en un pequeño cartel que ponía el nombre de Antonio Oliver Sitjar , con una pequeña foto al lado, (hasta este momento no le poníamos cara porque en internet no aparece su imagen por ningún sitio).

De esta forma la chica abrió la puerta anunciando nuestra visita y nosotros esperamos fuera hasta que nos dijo el anciano que entrásemos. Pudimos ver, que mientras éste se levantaba del sillón, iba murmurando:  ̶ …yo no recuerdo tener amigos en Alicante…  ̶ ,y a continuación dijo:  ̶ ¡entrad!, ¡no os quedéis ahí!, ¡adelante!…Buenas tardes, sentaos donde podáis, no es que tenga un salón adecuado, pero esta es vuestra casa  ̶ . Mientras, el anciano, iba apartando unos cuadernos de encima de la cama.

(Tengo que decir que me sorprendió enormemente el trato, la cortesía y la amabilidad de este señor, que incluso se disculpó por no poder ofrecernos nada para tomar).

Mientras entrábamos en la habitación pudimos ver varios cuadros pintados con su firma, así que ya no había duda. ¡Era el escultor!

A priori, no nos preguntó por el motivo de nuestra visita, se limitó a presentarse como escultor, mostrándonos un álbum con las esculturas más relevantes que había hecho en su vida. Algunas de las más destacables las realizó en el taller de Mariano Benlliure, mientras se formaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.

Posteriormente vimos otras realizadas en París para el magnate y multimillonario Paul Ricard. También numerosas obras para iglesias de la isla, tallas de santos, murales, trabajos para hoteles etc., estando su última obra en el Gran Hotel de Palma. Según iba indicando el artista.

Posteriormente dijo que también pintaba, que le encantaba la música, que tocaba el violín, y que le gustaba realizar inventos.

(Decir aquí que tiene siete registros de patentes de diversas máquinas).

Y que últimamente estaba obsesionado con las energías renovables como alternativa a las contaminantes.

En este momento tengo que decir que estábamos impresionados; ver a un anciano de casi 92 años con tantas ganas de hacer cosas nos sorprendía, había una enorme descompensación entre sus posibilidades físicas y su desbordante creatividad y entusiasmo.

A continuación le mostramos las fotos del busto y le preguntamos:

 ̶ Señor Oliver. ¿Reconoce esta escultura? ̶

Y éste, enfocando la vista, gritó de manera espontánea:

– ¡¡BEETHOVEN !!, ¡¡ BEETHOVEN !!! El hombre estaba visiblemente emocionado, y repetía: -Beethoven!-Mientras pasaba la mano por encima de la primera fotografía como si tuviese relieve.

Le preguntamos: -Sr. Antonio, ¿conoce esta talla?- .

El nos contestó: -¡¡por supuesto!!, la hice de una piedra que me dio un buen amigo de una cantera que hay en Porreras, su localidad natal, y es uno de los primeros bustos que hice de joven cuando empecé en el taller de Benlliure.

No paraba de ver una y otra vez todas las fotos con mucho entusiasmo. La finalidad de estas fotografías era que nos la firmase como una prueba más de autenticidad. Pero mi hermano al ver a este hombre tan visiblemente emocionado con ellas, pues al parecer le recordaba tiempos pasados de su juventud, no le quedó más remedio que decirle que eran para él.

A continuación le contamos toda nuestra historia y peripecias desde que encontramos la talla hasta dar con él y nos dijo que nos firmaría el certificado encantado.

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Es muy posible que haya gente que le sepa a poco este desenlace, y que esperasen algo más de acción, pero las historias en las que mi hermano y yo nos descolgamos por edificios, esquivamos las balas y saltamos de helicópteros en llamas las dejaremos para otro momento.

Esta es la historia real que hemos vivido sin adornos ni maquillajes, y quería contarla a todos vosotros desde que vi a esta persona tan humilde, emocionarse con casi 92 años al reencontrarse con una escultura que realizó hace aproximadamente 70 años.

Ver los ojos de aquel anciano que apenas podían contener las lágrimas, le llega al alma a cualquiera.

En muchas ocasiones la realidad puede superar cualquier tipo de ficción y vivir este tipo de experiencias en primera persona es extraordinario.

En este post digo que el Sr. Oliver es humilde, porque nos dijo en varias ocasiones que había llegado a la conclusión de que todos, dentro de nosotros, tenemos talento.

El mismo Sr. Bartomeu Cronista de la isla, con el que mantenemos todavía conversación para que nos indique que pasos tenemos que dar para solicitar al Ayuntamiento que le otorgue a una calle el nombre del escultor, nos dijo que era una muy buena historia.

Desde luego hay más anécdotas y cosas que contar, pero tenía que hacer un resumen. Trataremos de realizar algunos trámites más para que este artista sea reconocido como se merece.

Espero realmente que os haya gustado.

San Martin de Tours Realización de la obra de San Martín de Tours para el magnate Paul Richard.

En esta obra, Antonio Oliver, quiso representar a San Martín bajado del caballo porque le parecía una acción más noble, que la entrega del trozo de capa del santo, se representase a la misma altura que la del pobre. (Otro acto que al escultor Oliver le definía como persona).

Gran Hotel de Palma

El escultor nos dijo que su última obra se encontraba en el Gran Hotel de Palma. Así que después de hablar con él nos fuimos a ver el Gran Hotel con la esperanza de ver una obra suya dentro en alguna sala, pero se encontraba cerrado y desde las cristaleras no se podía ver nada.

Eso sí, nos llamó mucho la atención la impresionante fachada modernista del edificio. (En la foto no se puede apreciar igual de bien). Así que nos fuimos «sin ver la obra».
Pocos días después hablamos con la hija de Oliver y ella nos dijo que lo que había hecho su padre era en sí, la fachada del edificio. Impresionante.

Después de realizar este post en redes sociales, parece que gustó a la redacción del Diario de Mallorca:

https://www.diariodemallorca.es/cultura/2018/04/09/busto-beethoven-artista-antonio-oliver-3233164.html

* San Martín de Tours es el Santo Patrono de la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina. Y este post va dedicado a mi tía Narcisa García de Buenos Aires, por sus continuos ánimos para que siga escribiendo.

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