DE ESCLAVO A HERRERO

 ̶ ¡Paulita!, ¿qué te parece esto? ̶ . Le dije mostrándole un busto de Verdi rescatado de una sábana en un puesto de mercadillo.

̶ Bien, una figura  ̶ . Respondió ella de forma austera.

̶  Jajajaja, vale, entiendo que para ti sólo sea una «figura» sin más, pero luego te cuento el recuerdo que me acaba de traer ̶ . Le dije a mi hija que me acompañaba aquel día.

Y así le conté esta anécdota a modo de abuelo brasas:

Corría el año 1953, y el movimiento revolucionario cubano…jajajaja, perdón, ya me he dejado llevar por la tontería.

Voy:

La época en la que trabajé en Terra Mítica, necesitaban un figurante para una obra en el teatro de Albacete, y al estar contratado en la compañía de espectáculos Miramón Mendi de D. Jose Luis Moreno, cuya actividad abarcaba desde el ámbito televisivo hasta parques temáticos, el encargado de la empresa requirió que fuese al evento.

¿Que sería esta vez?, ¿esclavo romano?, ¿gladiador?, ¿egipcio?

Allí me presenté al coordinador de todo aquello, y muy amable me dijo que pasase a dejar mis cosas y a cambiarme para la actuación. Mi experiencia con el mundo del espectáculo no salía de los límites de un parque temático, y nunca me llevaron al teatro, ni a ver un musical, y mucho menos a una ópera. En mi círculo social no se prestaba atención a eso. Y, ahí estaba yo, anonadado, mirando con asombro a toda la amalgama de artistas disgregados de forma aparentemente anárquica, en el pasillo que une los camerinos, detrás de bastidores: hombres harapientos entonando una escala, otros practicando algún paso de ballet a modo de calentamiento, maquilladores, mujeres con vestidos de época, caballeros sin caballo que afinaban el canto, piezas de decorado de acá para allá, señores engalanados y otros vestidos de currantes con herramientas en los bolsillos. Estaba entusiasmado, solo había visto algo similar en películas y todo el mundo parecía estar de buen humor, se notaba alegría en el ambiente, los artistas debían ser vocacionales. 

La indumentaria que llevaría era la de un herrero con el torso descubierto, estaba claro, yo no iba a cantar. Mi único maquillaje era un ubicuo tizne, como si hubiese estado echando carbón todo el santo día, y era el único que lo llevaba porque mi compañero era un culturista negro en plena forma física, no como yo, que había estado mejor en otros momentos.

Mi cometido: dar mazazos a un yunque, como suena, me pagaban por dar unos mazazos (pero sin que sonase para no interferir con la orquesta).

De aquello no tengo fotos, lástima.

IL TROVATORE, de Giuseppe Verdi era la obra en curso de cuatro actos basada en la obra EL TROVADOR (1836) del español Antonio García Gutiérrez, y ya entraban apresurados los personajes del acto primero.

Por más básica que fuese mi tarea y como era la primera vez que hacía aquello, sentía muchos nervios, y allí predispuesto, el regidor manda a los herreros que estemos preparados para el segundo acto que será en breve.

Segundo acto: los gitanos cantan el coro del yunque, “vedi! le fosche notturne spoglie”, “!Mirad!, los restos de las sombras nocturnas”. 

¡Arriba el telón! Uno en cada lado del escenario con un mazo en la mano, en un campamento gitano y frente a un gran yunque. La orquesta comienza a tocar, el coro inicia el canto, mis nervios estaban en el punto álgido. Más allá del foso de la orquesta se encontraba el público disfrutando de la función, el inicio del segundo acto es icono sonoro de Il Trovatore, el estribillo que todo el mundo conoce, el coro de los yunques. Las caras mostraban total expectación por este fragmento de la obra.

Llega el tiempo exacto y comienzo a dar mazazos. Y… ¡Menudo artista soy dando mazazos! ¡No tengo parangón!

Estaba disfrutando, me sentía integrado en ese elenco de artistas, los focos no dejaban ver la totalidad del auditorio y sus oscuras últimas filas, pero podías llegar a sentir esa calidez de los espectadores y su ilusión. Era una mezcla perfecta entre la música de la orquesta, la coreografía de la danza, las voces del coro, el tenor, el barítono, la soprano, la puesta en escena y la teatralización coordinada y en perfecta armonía. Yo, que sólo había visto esto en las películas y de pronto me vi en medio de una ópera, estaba alucinando, tengo un recuerdo y una visión de aquello casi mágica. Es una sensación indescriptible.

Y si eso no le eriza el vello a uno y no le emociona, que baje Giuseppe y lo vea.

Dedico este post a mi hija Paula con todo el cariño. Gracias por escucharme Paulita.

Comentarios

  1. Salvatore dice:

    Buen recuerdo Magin.

    1. magin dice:

      Gracias Salva 😉

  2. Cómo me ha entretenido esta historia que, aunque ya conocía de forma oral, me alegro de que el autor se haya decidido a compartirla. Escribes muy bien D. Magin. Enhorabuena

    1. magin dice:

      Muchas gracias Álvarez, dentro de poco te haré unas consultas sobre una historia que te comenté en alguna ocasión. El relato podría ser gracioso. Ya sabes que te tengo por referente. Un abrazo Jose. Gracias

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