Con su inocente cara de circunstancias, el brazo alzado y el dedo índice apuntando a la estantería de la habitación, me dice: ̶ ¡papi!, ¿esos cuentos están chulos?̶ Yo, que me encontraba doblando la ropa que había encima de la cama y con la empanada mental que tanto me representa, giro la cabeza y le pregunto: ̶¿qué cuentos hijo? ¿De qué cuentos me hablas? ̶ A continuación de un pequeño suspiro vuelve a alzar el imperativo dedo índice con el que un niño señala absolutamente todo, y con cierto tono de indignación por estar yo en mi mundo, dice: ̶¡¡esos cuentos papi!!, …